top of page

Conectar con mi Yin Yang a través del Chi kung ha abierto una nueva puerta a mi inconsciente

Writer: AliceAlice

Luces, sombras y el cuerpo como el árbol de la vida en medio de la tormenta mental y física

Mujer haciendo Chi Kung al aire libre
Imagen de Canva

En junio de 2024 me diagnosticaron la enfermedad de Lyme. Pero, por si fuera poco, parió la abuela, como decimos en España, o como dice el dicho anglosajón: las malas noticias siempre vienen de tres en tres. Las pruebas también mostraron otros desajustes que desde hace tiempo sospechaba, pero que nunca fueron detectados en las analíticas rutinarias.


Podría extenderme en todo el torbellino mental que estos resultados generaron en mí, pero lo haré en otra ocasión. Tendría que llevarte a un largo viaje en el tiempo para explicarte la odisea que fue descubrir, tras años de sufrimiento, que mi hermana había contraído esta enfermedad siendo aún muy pequeña.


Si quieres saber más sobre esta enfermedad aquí tienes el canal de mi hermana: Las voces del cuerpo (viviendo el Lyme) donde te explica con todo tipos de detalle qué es el Lyme y cómo afecta a las personas en su vida diaria.


Y por si tienes curiosidad sobre las otras cosas que habitan mi cuerpo aquí te dejo mis primeros resultados clínicos.


Resultados de analítica de sangre para detectar la enfermedad de Lyme.
Imagen de la autora

Esta breve explación es el contexto en el que se se basa esta entrada del blog, en la que

quiero hablarte de cómo recientemente he descubierto una nueva manera de equilibrar tanto mi mente como mi cuerpo mientras navego por los mares de la incertidumbre.


Junto con mi trabajo e investigación del funcionamiento de la mente humana a través de producciones artísticas góticas o con elementos góticos y el estudio de la psicología profunda, el Chi kung tiene el potencial de convertirse en el complemento perfecto de esta triada.


Según la Wikipedia, y para darte una idea general, el Chi Kung es el trabajo de la energía vital o el arte de hacer circular la energía vital de la manera más adecuada a la finalidad con la que se practica.


Es algo parecido a un arte marcial en el que se combinan respiración, meditación, movimientos del cuerpo y la conexión con el todo, tanto interno como externo.


Tras la sesión de mi primer día, me di cuenta de que esta práctica es ideal para personas que buscan una actividad holística en la que tanto espiritualidad como salud física se unen en un equilibrio energizante, y por su puesto donde hay una socialización harmoniosa tanto con el cuerpo como con el alma.


Derrumbando barreras. Primeras impresiones

Siempre que empezamos algo nuevo, sentimos esa mezcla de curiosidad, miedo a habernos equivocado de actividad o a no encajar. En esta ocasión, he de decir que la realidad superó mis expectativas.


Tras haber dejado a los niños en el colegio e instituto a primera hora, mi marido y yo nos dirigimos a nuestra cafetería favorita Sabor Diverso para desayunar. Allí, Alistair se quedó haciendo tiempo mientras yo asistía a mi actividad.


Té Matcha
El té Matcha se ha convertido en uno de mis favoritos. Imagen propia.

Desde que su cardiopatía lo convirtió en una bomba de relojería, pasamos juntos todo el tiempo. Aunque esto no es económicamente sostenible, es la mejor opción para nuestra dinámica famíliar y nuestra salud mental. Así pués, dejarlo solo una hora, aunque rodeado de gente y con su mejor aliado, el DAI que lleva implantado desdel 2019 (y que le trajo de vuelta a la vida el pasado mes de septiembre), siempre me genera algo cierto estrés.


Dadas las circumstancias, no es de extrañar que al principio de la actividad mis ojos fueran a toda velocidad. Tras mis párpados alterados, se peleaban por mantenerse abiertos para ser "productivos" a esas horas de la mañana. Mi cerebro, el culpable de tanto ajetreo ocular, no podía dejar de saltar de pensamiento en pensamiento. Primero me interrogó: ¿Qué hacemos aquí?, luego me hizo dudar: Sigo oyendo otros ruidos, esto no va a funcionar, y por su puesto me puso en jaque un par de veces con pensamientos desconcertantes.


Por suerte, la voz de Eva, fué colándose, muy sutilmente, por todas las ranuras de mi cerebro, ¿o debería llamarlo ego?, hasta que finalmente acalló los pensamientos intrusivos. El último de la serie fue una idea de negocio: crear junto con Eva grabaciones de meditación para complementar mi calendario anual gótico-junguiano, en el que llevo trabajando desde finales del año pasado.


Apartar esta idea, requirió recordar conversaciones con mi hermana sobre mi afán por emprender en nuevos projectos. Mientras tanto, la respiración fue mi mejor aliada para estar presente. Cuando el oxigeno empezó a recorrer el espacio liminal entre mis vertebras, mi torso curvado hacia adelante por mis hombros pesados y un diafragma que casi nunca abro por miedo a que la vida me inunde demasiado, pude empezar a visualizar esas raíces imaginarias que salían de las plantas de mis pies hacia la Madre Tierra.


Eva, nuestra Sifu (instructor/a o maestro/a en chino), dejó de ser la dueña de la tienda bio, para convertirse en una mujer sabia que nos guiaba de la mano hacia un viaje interior, donde los desajustes energeticos implosionaban y explosionaban con cada movimiento.


Los pinchazos que se habían instalado hacía un par de días en mi pecho, se desvanecieron junto con la nube gris sobre mi cabeza.


Mientras más visualizaba mis raíces recorriend el subsuelo hacia el inframundo, me sentía fuerte, nutrida, como ese árbol gótico de la transformación en el que llevo tiempo trabajando. Mis brazos, como las ramas de un árbol, fluían al ritmo de las ondas musicales de fondo y la firmeza de la voz de Eva.


De pronto me sentí contectada.


Bioconcept por dentro
Bioconcept por dentro. Imagen pública.

Experimentando la conexión profunda

Hacía tiempo que no veía todas las estrellas del cosmos desfilar como una película en la parte delantera de mi cerebro, algo bastante recurrente en mi infancia y que con los años se ha ido desvaneciendo.


Cada vez más arraigada, libre y moviendo mi cuerpo sin dolor, llegó el momento de conectar con todos mis órganos internos.


Durante ese recorrido, se nos invitó a seguir la energía vital que ascendía desde nuestras piernas hasta nuestra cabeza, para luego descender siguiendo la localización de los órganos. Fue entonces cuando tomé verdadera conciencia de la complejidad interna que nos forma. El corazón, ese protagonista tan desestabilizador en la vida de mi marido; los pulmones, que nos sostienen con cada aliento; los riñores, que filtran y depuran; y mis dos puntos de mayor vulnerabilidad: el estómago y los intestinos, antesala del último paso en este viaje hacia mis órganos reproductores.


Al tomar conciencia de la ausencia de mi trompa de Falopio izquierda, perdida tras un embarazo ectópico en 2011, un llanto interno se apoderó de mí. Una profunda pena y una inesperada empatía por mi propio cuerpo amputado surgieron como una luz curativa. A través de esta reconecté con la realidad interna de aquel debastador y ensordecedor vació, dejado por la mutilación que me salvó la vida, pero que, a la vez, se llevó consigo la ilusión de una nueva vida. Y allí, en mi oscuridad interna, mi ovario izquierdo, ya sin vida menstrual, parecía sostenerse, casi por arte de mágia, en el limbo de ese cosmos femenino.


Por primera vez en mucho tiempo, sentí un respeto profundo por la fortaleza de todas esas partes que, sin darnos cuenta, forman el cuerpo que habitamos.


Siguiendo las migas de pan góticas

La práctica de Chi kung, está yendo de la mano de mi proceso de transformación personal. Me está guiando hacia un lugar de mayor autoconocimiento, aceptación y, sobre todo, autorespeto. No todo lo que irrumpe en nuestros ajetreo diário está aliniado con nuestra llamada a la individuación. Aun si no conoces este concepto junguiano, la individuación es ese proceso vital en el que conectamos con todas las partes de nuestra psique que necesitan ser hechas conscientes para alcanzar la totalidad que todos buscamos, aún si saberlo.


Madres hay muchas, pero es esa Madre invisible, cuya energía nos conecta con nuestras raíces, nuestro inconsciente, la que nos permite afrontar las sombras con valentía. Y eso, amigos góticos y amigas góticas, no tiene precio.


Esta experiencia me recordó algo esencial: habitamos un cuerpo que guarda en su interior las cicatrices de nuestra historia, tanto visibles como invisibles. En cada órgano resuena la memoria de lo vivido, y a veces, en esa conexión profunda, encontramos tanto dolor como reconciliación.


Si esta reflexión ha resonado contigo, en Patreon comparto más sobre cómo el cuerpo, la psique y el simbolismo gótico se entrelazan en nuestras vidas. Allí profundizo en las sombras que habitamos y en cómo podemos transformarlas en conocimiento y autocomprensión. Únete y sigue explorando conmigo este descenso a las profundidades del ser.



Y si quieres estar informado/a sobre todos mis proyectos y novedades, recibe mi boletín mensual gratuito:



Comments


bottom of page